Todos podemos, en algún momento de nuestras vidas, estar atravesando por situaciones difíciles, tal vez sin trabajo, quizás sin dinero para cubrir las necesidades básicas, y nos quedamos esperando que alguien aparezca mágicamente para resolver nuestro problema, y el tiempo pasa sin que nada cambie, nos preocupamos aún más, pero seguimos allí, quietos, solo esperando.
Cuando
nos toca enfrentar situaciones complicadas, en las que nos quedamos
paralizados por el miedo a no saber que hacer, permanecemos sin hacer
nada, esperando que algo milagrosamente pase, y lo único que pasa es el
tiempo, mostrándonos como resultado que la situación es más complicada y
difícil de resolver.
A
cada momento, en nuestro diario transitar encontraremos grandes y
pequeñas piedras en el camino, las cuales debemos aprender a superar
para seguir adelante, tratando de que nos afecte lo menos posible, eso
si, sin que nos auto engañemos pensando que ya hemos solucionado
determinado problema o sencillamente nos compliquemos emocionalmente por
algo que también pasará.
No
podemos hacer de la vida una constante lucha, es necesario verla como
un constante desafío para superarnos a nosotros mismos, donde afrontemos
lo cotidiano pensando en dos opciones: 1.- quedarnos estáticos,
lamentándonos de lo que nos sucede, quejándonos sin hacer nada para que
sea diferente, agrandando el problema, reforzando lo negativo y
contribuyendo con nuestra actitud a que el problema sea mucho mayor, y
2.- usar nuestro buen criterio, resultado de las experiencias previas,
de nuestros aciertos y errores, manteniendo una actitud entusiasta y
optimista, seguros de que sabremos cual es la mejor vía para solucionar
esos problemas.
Desarrolla
la confianza en ti mismo, y sea el obstáculo que sea, recuerda siempre
que hay un Dios que es el mayor conspirador para ayudarte a superarlos.
No sufras, deja de preocuparte, ocúpate, relájate, analiza tus opciones,
¿lo hago o no lo hago?, pero recuerda que no hacerlo, también es una
decisión, y quedarte parado y sintiéndote víctima frente a la puerta que
se te ha cerrado, no te dejará ver la otra, que ya se abrió para ti.
¿Cómo hacer?
- Serénate, analiza tus opciones, ten fe, y comienza, un paso a la vez, a resolver tu problema.
-
Se optimista y siempre espera lo mejor, ya que toda situación difícil
trae consigo un aprendizaje, ten valor y llénate de confianza, si antes
lo pudiste hacer, ahora también.
-
Todo problema contienen en si mismo, la información necesaria para
resolverlo. Quizás, tu mismo seas la solución, con un cambio de actitud o
la toma de una decisión acertada bastará, eso sí, no te detengas, no te
quedes sin hacer nada, no te pongas a esperar, simplemente ACTÚA.
Lecturas relacionadas
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Tu opinión es de gran importancia, se te agradece de antemano.