Hoy domingo te traigo una interesante lectura, la cual te hará pensar en muchos elementos que te pertenecen, que los llevas siempre contigo, y no los sueltas por nada del mudo, resultan que éstos, son el ancla, o el peso, que no te dejan avanzar en tus aspiraciones, ni en el desarrollo de tus metas u objetivos. Esta lectura te inducirá a pensar, que no son los fracasos afrontados, los que no te permiten ser exitoso, te darás cuenta de otros factores, como el conformismo, que verdaderamente te estancan y no te dejan ver los distintos senderos que se te presentan en la vida con muchas puertas que solamente esperan ser abiertas por ti, brindándote muchas cosas buenas.
Me complacería enormemente que la segunda "Lectura en Domingo", sirva para iniciarte en la semana con el mayor de los ánimos, con miles de expectativas, pero con la convicción de que tienes que desechar muchas "vacas" para garantizar tu encuentro con tan anhelado éxito personal.
La Vaquita:
Un maestro de la sabiduría paseaba por un bosque con su fiel discípulo, cuando vio a lo lejos un sitio de apariencia pobre, y decidió hacer una breve visita al lugar. Durante la caminata le comentó al aprendiz sobre la importancia de las visitas, también de conocer personas y las oportunidades de aprendizaje que tenemos de estas experiencias.
Llegando al lugar constató la pobreza del sitio, los habitantes, una pareja y tres hijos, la casa de madera, vestidos con ropas sucias y rasgadas, sin calzado; entonces se aproximó al señor, aparentemente el padre de familia y le preguntó: "En este lugar no existen señales de trabajo ni puntos de comercio tampoco, ¿cómo hacen usted y su familia para sobrevivir aquí?"
El señor calmadamente respondió: "Amigo mío, nosotros tenemos una vaquita que nos da varios litros de leche todos los días. Una parte del producto la vendemos o lo cambiamos por otros generoso alimenticios en la ciudad vecina y con la otra parte producimos queso, cuajada, ..., para nuestro consumo y así es como vamos sobreviviendo."
El sabio agradeció la información, contemplo el lugar por un momento, luego se despidió y se fue. En medio del camino, volteó hacia su fiel discípulo y le ordenó: "Busque la vaquita, llévela al precipicio de allá enfrente y empújela al barranco". El joven espantado vio al maestro y le cuestionó. Mas como percibió el silencio absoluto del maestro, fue a cumplir la orden. Así que empujó la vaquita por el precipicio y la vio morir. Aquella escena quedo grabada en la memoria de aquel joven durante algunos años.
Un día el joven resolvió abandonar todo lo que había aprendido y regresar a aquel lugar y contarle todo a la familia, pedir perdón y ayudarlos. Así lo hizo, y a medida que se aproximaba al lugar veía todo muy bonito, con árboles floridos, todo habitado, con carro en el garaje de tremenda casa y algunos niños jugando en el jardín.
Espantado el joven entró corriendo a la casa y confirmó que era la misma familia que visitó hace algunos años con el maestro. Elogió el lugar y le pregunto al señor (el dueño de la vaquita): "¿Cómo hizo para mejorar este lugar y cambiar de vida?"
El señor entusiasmado le respondió: "Nosotros teníamos una vaquita que cayó por el precipicio y murió; de ahí en adelante nos vimos en la necesidad de hacer otras cosas y desarrollar otras habilidades que no sabíamos que teníamos, así alcanzamos el éxito que sus ojos vislumbran ahora".
Todos nosotros tenemosuna "Vaquita" que nos proporciona lo que necesitamos, pero que nos hace caer en la rutina, nos hace dependientes y hace que el mundo se reduzca a lo que la "Vaquita" nos proporciona.
Descubre cual es tu"Vaquita" y ten el valor de empujarla por el precipicio. “Tú eres lo que es el profundo deseo que te impulsa, tal como es tu deseo es tu voluntad, tal como es tu voluntad son tus actos, tal como son tus actos es tu destino”
Si deseas compartir tu experiencia relacionada con alguna "vaca" que tengas o con la que ya hayas mandado al precipicio, deja tu comentario, seguro será de gran interés.
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en otros casos nos sentimos vaquitas y a veces nos tenemos que lanzarnos solitos al precipicio, porque terminamos haciéndoles daño a otros.
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