(El Ingeniero): De
20 edificios que he hecho, sólo se me ha caído 1
(El Doctor): Soy
buen médico, de 100 pacientes, solo se me murieron 10
¿No son comunes para
ti?, –claro-, ningún profesional debería, por ética, expresarse de esa manera,
pero en este mundo todo es posible.

MAESTRA, NO QUIERO APRENDER LA “P”
No puedo quedarme
dormido, doy vueltas en la cama, miro el techo y cuento los agujeros por donde
se mete la luna y también el agua cuando llueve. Me asomo para ver los zapatos
y el uniforme colgado en el clavito, la noche es lenta, como la noche en que se
llevaron a PEDRO, mi hermano, tengo
un susto en la barriga y tengo miedo de aprender la “P”. Hoy en la tarde mi mamá monto la perolita del café, con un
poquito que había quedado del día anterior, luego de tomárselo, se puso las
manos en la cabeza, se apoyó en la pared y rompió a llorar, siempre llora después
de tomar café. Entró la vecina, -¿María cómo dejaste a PEDRO?, -Bien, dentro de lo posible-, le contestó mi mamá,
secándose las lagrimas con el trapito de agarrar las ollas. Entró al cuarto,
busco el pantalón, la camisa del uniforme y la plancha, mientras la vecina
conversaba. -¿y por fin le pudiste comprar el uniforme?-, -si, ya mañana le
toca empezar a ir a la escuela, vamos a ver si la maestra lo aguanta-, le
respondió mi mamá.
Seguramente, cuando
mi mamá me fue a inscribir, se lo dijo a la maestra, que yo era insoportable,
que todo el día me la pasaba en la calle, jugando pelota. Ella siempre me dice
que me gusta lo malo, que salimos igualitos a mi PAPA.
-Vamos a ver si a
este le gusta estudiar y no se escapa de la escuela para ir a matar pájaros
como hacía PEDRO. La vecina me puso
las manos en la cabeza, me sacudió los cabellos, y comentó en voz baja, -estos
muchachos si que echan vaina-, y luego se marchó.
Mientras mi mamá
planchaba yo recordaba cosas que me había dicho mi hermano el día anterior,
-Chamo, mañana vas pa´ la escuela, que arrecho-, y se puso como triste, se
calló un ratico y después me contó, -a mi me gustaba la escuela, siempre que
pasaba por allí me quedaba viendo a los muchachos jugando en la cancha. La
noche antes de ir a la escuela estaba contento, mi mamá me había planchado el
uniforme y tenía zapatos nuevos, me tocó la maestra Luisa, ¡maestra pa´
arrecha!, decía: mira tú, métete en la fila, ¿Quién? ¿yo?, Sí, tú-.
-Todos los días
antes de entrar en el salón se paraba como un soldado… y después de hablar y reírse
con las otras maestras, se ponía seria y comenzaba a dar gritos-.
-PEDRO, cállate y haz la fila, métete la
camisa por dentro, amárrate las trenzas-. –Mira mijito, deja de hablar, no van
a entrar hasta que no se callen y formen como es debido-. Después en el salón,
llenaba completito el pizarrón y decía: -saquen el cuaderno, el lápiz y copien-.
Al salir se paraba en la puerta y nos decía: -espero que mañana hagan algo, hoy
se portaron malísimo-. –Tú PEDRO,
eres un desastre, a ver si te acomodas-.
Repetí primer grado,
no aprendí a leer, ni a escribir ni a copiar, la maestra siempre le mandaba
notas a mi mamá en el cuaderno que decían: el niño no sabe leer, el niño no
quiere hacer nada, el niño no se supo la lección. Al principio se las enseñaba
a mi mamá, pero como me caía a palos, después arrancaba la hoja del cuaderno.
Una vez la maestra
le mandó un mensaje: “Ayude al niño con las lecciones”; esa no la arranqué,
pensé que me podía se útil. Cuando logró descifrar el mensaje (porque mi mamá
no sabe leer muy bien), se sentó conmigo y una tabla en la mano, y me dijo:
mira PEDRO, por lo menos apréndete
la “P” de PEDRO o la “P” de PALO, el que vas a llevar si no prestas
atención.
Y eso fue verdad,
porque he llevado PALO PAREJO. Esa “P” me ha atormentado toda la vida, PELEAS, POLICIA, PUTAS, y todo por la “P”, por “P” de PENDEJO, por no
querer estudiar, por “P” de PARRANDERO, de PELEADOR, por la “P” de PRESO.
PEDRO se había quedado con todas las ilusiones de la vida,
allí trancado, pero ahora sin la “P”
de PODER salir.
Y me preguntaba: ¿será
que voy a ser como PEDRO?, ¿y mi
maestra será como la suya?, que nunca vieron nada bueno en él, y él que nunca vio
nada bueno en la escuela.
Ahora, aún montado
en mi cama, viendo a cada rato mis zapatos y mi uniforme colgado en el clavito,
pienso en usted maestra… ¿será que me irá a recibir con una sonrisa cada
mañana?... Me tomará de la mano cuando esté perdido, me abrazará cuando me vea
triste o cuando logre descubrir que me encanta aprender… ¿será maestra, que
usted tendrá para nosotros un hermoso salón, lleno de cuentos, libros bonitos y
figuras en la pared?... me dejará usar mis colores nuevos, para pintar mi casa,
mi árbol preferido y mi perrito. Maestra será que tú le escribirás a mi mamá para
decirle: “su hijo aprende cada día algo nuevo, la felicito Señora, porque tiene
u hijo maravilloso”. Maestra, ¿será que encontraré en la cartelera mi nombre,
mi foto, y unas palabras que digan : “Bienvenidos Niños, amantes de la lectura,
trabajadores, estudiosos, PRÓSPEROS,
PRODUCTIVOS, PARTICIPATIVOS” y conocedores de otras palabras por “P” y por la “S”, de SOLIDARIDAD, de SABIDURÍA; y la “L” de LIBERTAD, y la “F” de FELICIDAD”.
Buenas Noches
Maestra, hasta mañana.
En memoria de Daniel
a quien le mataron su cuerpo quince días después de salir de la cárcel y le
asesinaron su espíritu mucho antes. A los padres, a los maestros, con el
propósito de que abonen la tierra, siempre con palabras dulces en sus
corazones, arranquen con cuidado la maleza y rieguen con sabiduría las bondades
de los niños, ellos son maravillosos.
Material ofrecido
durante el proceso de formación de un grupo de docentes, para su lectura,
reflexión, y sobre todo, para su aplicación. Venía firmado por Consuelo J.
Velásquez de G., de quien no se conocen, lamentablemente, más datos, aunque así sea, su legado ha
llegado y seguirá llegando a quienes les deba llegar.
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